Antonio machado y el cine. Encuentra docenas de antonio machado y el cine con fotos para copiar y compartir.
Dios no es el mar, está en el mar, riela como luna en el agua, o aparece como una blanca vela; en el mar se despierta o se adormece
Y en todas partes he visto
Nuestras horas son minutos
Nadie sabe ya lo que se sabe, aunque sepamos todos que lo que de todo hay quien sepa
-Nuestro español bosteza.
Uno de los signos que más acusan cambio de clima espiritual es la constante degradación de lo cómico y su concomitante embrutecimiento de la risa. Nunca ha habido (...) tantas gentes que parezcan r...
Los ojos porque suspiras.
Uno de los remedios más eficaces para que las cosas no cambien nunca por dentro es renovarlas constantemente por fuera
¿Dices que nada se pierde? Si esta copa de cristal se me rompe,nunca en ella beberé,nunca jamás.
Aprende a dudar y acabarás dudando de tu propia duda; de este modo premia Dios al escéptico y al creyente
Una cosa terrible tiene el aumento de la cultura por especialización de la ciencia: que nadie sabe ya lo que se sabe, aunque sepamos todos que de todo hay quien sabe
Y cuando vino la muerte, el viejo a su corazón preguntaba: ¿Tú eres sueño?¡Quién sabe si despertó!
En esta España de los pantalones lleva la voz el macho; mas si un negocio importa lo resuelven las faldas a escobazos
¡Qué importa un día! Está el ayer alerto al mañana, mañana al infinito, hombres de España, ni el pasado ha muerto, no está el mañana -ni el ayer- escrito
Enseña el Cristo: a tu prójimo amarás como a ti mismo,pero no olvides nunca que es otro.
Para dialogar, preguntad primero; después... escuchad.
Desgarrada la nube; el arco iris brillando ya en el cielo, y en un fanal de lluvia y sol el campo envuelto. Desperté ¿Quién enturbia los mágicos cristales de mi sueño?
¡Qué importa un día! Está el ayer alerto
Nadie debe asustarse de lo que piensa, aunque su pensar aparezca en pugna con las leyes más elementales de la lógica
Y en todas partes he visto gentes que danzan o juegan, cuando pueden, y laboran sus cuatro palmos de tierra. Nunca, si llegan a un sitio, preguntan adónde llegan
Si cada español hablase de lo que entiende, y de nada más, habría un gran silencio que podríamos aprovechar para el estudio
Hay que llegar al final desnudo como los hijos de la mar
¿Eres tú,. Guadarrama, viejo amigo, la sierra gris y blanca,la sierra de mis tardes madrileñas que yo veía en el azul pintada?
Peor que ver la realidad negra, es el no verla.
Mi corazón latía atónito y disperso...¡El limonar florido, el cipresal del huerto, el prado verde, el sol, el agua, el iris! ¡el agua en tus cabellos!... Y todo en la memoria se perdía como una ...
Los Aries somos muy fuertes, muy líderes... me gusta tener el control de las cosas
El ojo que ves no es
Dios no es el mar, está en el mar, riela
De diez cabezas, nueve embisten y una piensa. Nunca extrañeis que un necio se descuerne luchando por la idea
Nadie debe asustarse de lo que piensa: porque todo ha de ser pensado por alguien, y el mayor desatino puede ser un punto de vista de lo real.
En esta España de los pantalones
Cuando caminan, cabalgan a lomos de mula vieja, y no conocen la prisa ni aún en los días de fiesta. Donde hay vino, beben vino; donde no hay vino, agua fresca. Son buenas gentes que viven, laboran, ...
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
El poeta debe escuchar con respeto la crítica ajena, porque el libro lanzado a la publicidad ya no le pertenece. Él lo entregó al juicio de los hombres, sin que nadie le obligase a ello. Asístele,...
También es el filósofo, digámoslo de pasada, el hombre que no quisiera dar nunca en el blanco sobre el cual dispara y para ello lo pone más allá del alcance de toda escopeta.
Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar
Los ojos porque suspiras, sábelo bien, los ojos en que te miras son ojos porque te ven
Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una
La sospecha es indicio de un alma baja; el que desconfía de todos es digno de que nadie se fíe de él