Por entre la multitud va la esteta juventud de pensadores vencidos y de eternos soñadores de los frutos prohibidos.
¡Ah! ¡Yo me moriría si ella se borrase de mi imaginación!
Por la ciudad en ruinas todo invita al olvido, los viejos portalones, la gran plaza desierta y el templo abandonado... La ciudad se ha dormido.
La pluma está en mi mano vacilante y medrosa, pero en mi corazón no florecen los versos.
Pasa sobre la nave graznando una gaviota, epilépticamente la dura hélice gira y en la estela agitada la blanca espuma flota...
¡Corazón! ¡Ponte en pie! Cierra tu herida. Seca tu llanto, alegra tu mansión, olvida tu dolor, tu pena olvida, cubre de flores, tu sutil guarida y hoy que la primavera te convida, ¡Corazón, pont...
Irá hacia un país lejano de sátiros traviesos y de labios de sangre que conviertan en besos las cosas que no son...
Nadie ha de comprender con qué emoción secreta las más puras bellezas mi espíritu interpreta, tú lo comprenderás porque tú eres poeta.
¡Mi espíritu desconsolado te busca con ansia infinita y has dejado mi alma marchita y tú también te has marchitado!
Y a la ciudad está dormida, yo solo cruzo su silencio y tengo miedo que despierte al suave roce de mis pasos lentos...
¡Ah! ¡Si ella me mirara no sé qué haría con mi alma ni dónde ocultaría lleno de temor mi corazón!