No amar por temor a sufrir es como no vivir por temor a morir.
Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el verdadero guerrillero está guiado por profundos sentimientos de amor.
Se le hace patente que solo hay dos clases de cobardes: los que huyen para atrás y los que huyen para adelante.
El pasado es una colección interminable de horrores que solo merece el más completo de los olvidos; el futuro, una incógnita poco confiable que es preciso asegurar; el presente, el campo de batalla...