Los viejos son la vida en toda su crudeza.
Todo lo bueno ya nos ocurrió. Todo lo malo también. Por eso los mexicanos miramos cualquier amanecer con gesto de ?qué buen día, pero hoy sí nos carga la chingada?.
Sus alcoholes te removían cualquier mancha en el alma. Tenías reacciones al primer sorbo: la boca tenía vida propia, un brazo se estiraba por sí mismo, el hígado te reclamaba a gritos en el oído...
?sino a ese pasado juntos donde todo era como una mala película del Nuevo Cine Mexicano.
La vida crece como un parásito de la memoria.
La chingadera sucede, independientemente de que la consideres una chingadera. Nombrar la chingadera es lo humano. La chingadera es lo ajeno que te ocurre.
Traté de sacar un cigarro de la bolsa del pantalón y me temo que le practiqué un tacto de próstata al de adelante. ¿O es una señora?