Al hacer una profunda reverencia a alguien, siempre se vuelve la espalda a algún otro.
Existe, en verdad, un magnetismo, o más bien una electricidad del amor, que se comunica por el solo contacto de las yemas de los dedos.
El valor es el resultado de un grandísimo miedo.
Resulta una gran verdad que el destino es una ley cuyo significado se nos escapa, porque nos faltan una inmensidad de datos.
Lo importante no es curarse, si no vivir con sus males.
No temáis a los malvados. Tarde o temprano acaban por desenmascararse.