El buen juez no ha de torcer las leyes a su condición, sino torcer su condición conforme a las leyes.
El aconsejar es un oficio tan común que lo usan muchos y lo saben hacer muy pocos.
En la corte es llegada a tanto la locura, que no llaman buen cortesano sino al que está muy adeudado.
Al hombre que hace todo lo que puede no podemos decirle que no hace todo lo que debe.
El corazón que está lleno de miedo, ha de estar vacío de esperanza.
No hay en el mundo cosa más cara que la que con ruegos se compra.