Esta noche está en nuestras manos decir alguna verdad que ya, que ya mentimos a diario.
Duermes, mientras la ciudad golpea el cristal con su llanto, ajena a tu sueño. Qué pena que este milagro de verte dormida en paz no desborde el muro de esta habitación.
¿Qué hago yo con las montañas de papeles que he firmado jurando morir o amar?.
De un tiempo a esta parte me cuesta tanto, tanto, tanto, me cuesta tanto no amarte.
Que yo también comparto los mismos miedos, también busco una cinta para atar el tiempo. También arrastro conmigo una cadena de sueños.
Madre, tu hijo no ha desaparecido. Madre, que yo lo encontré andando contigo. Lo veo en tus ojos, lo oígo en tu boca, y en cada gesto tuyo me nombra.
Que ni el sida ni el Papa han conseguido evitar que tiernos mozos y mozas se den al goce de amar.
Me gustaría pensar que la canción de autor no es un género que privilegie la palabra por encima de la música. Creo que es más bien un equilibrio entre estas dos cosas
Y cuando en la pantalla ruge al rescate el Halcón Milenario sigo siendo Han Solo y ella Leia entre mis brazos.
Duermes, imsonme cruzo la casa y te busco intranquilo, porque sueño a tu lado aunque no duermas conmigo.
Si se callase el ruido quizá podríamos hablar y soplar sobre las heridas, quizás entenderías que nos queda la esperanza.
La excusa más cobarde es culpar al destino.