Sin duda, es el deber de todo verdadero cristiano, para sí un extraño y peregrino en este mundo propio, y como obligado a utilizar las bendiciones terrenales, y no como medio de satisfacer la lujuri...
Esta verdad es un remedio contra el orgullo espiritual, es decir, que no debería representar mejor a sí mismo delante de Dios que otros, aunque quizás adornado con mayores dones y dotes.
En resumen, todas las cosas que agradan al hombre natural en este mundo, son, a un verdadero cristiano, solo tantas cruces y tentaciones, seducciones del pecado y las trampas de la muerte, que continu...