Hasta los malos poetas aman la muerte
No se precisa un diploma en la pared para acreditar que se es perverso.
El mejor juego es aquel en el que no te das cuenta de que estas jugando.
Disculpe -le dijo él-. ¿Puede ayudarme? Me parece que me he perdido.
Ella se sobresaltó. El hombre se encontraba medio en sombras, al lado de la portezuela abierta de su coche.
-¿Eh...?
-...
La vida no es más que eso, indicó el viejo analista meneando la cabeza. Un juego tras otro. Y la muerte es el mayor juego de todos.
«Lo que era no es lo que soy ?se dijo?. Y lo que soy no es aún lo que puedo ser.»
Una puerta que no puede abrirse. Va en contra de todo aquello en lo que creemos.
«Un hombre sin pasado puede forjar cualquier futuro»
En mi lápida quiero que diga: «Estaba loco, pero al menos lo intentó.» ?¡Papá!
procurar que entendiese que conocer los hechos no implica necesariamente comprenderlos.
«El mayor lujo de nuestra existencia, por miserable que sea, es que no sabemos los días que nos han tocado en suerte»
Nadie puede volver a empezar, por lo menos que yo sepa. Todos decimos que queremos encontrar una manera de empezar la vida de nuevo, pero las cosas no son así.
Algunas historias es mejor no escribirlas. Si la escribes, entonces será real. Si solo la conservamos en nuestros recuerdos es como si nunca hubiera pasado, como si sólo hubiera sido un sueño o una...
Recuerda lo que valga la pena recordar. Ignora el resto.
A veces lo que mas me asusta no es lo desconocido, sino lo previsible y comprensible.
sus probabilidades de morir joven eran muy superiores a sus probabilidades de enamorarse, pero curiosamente estaba a gusto con esa situación.
Aquí hay muchas personas que no salen nunca. Depende de lo que hiciste para que te trajeran aquí. Por supuesto, también hay muchos que no quieren salir, aunque podrían si lo pidieran. Sólo que nu...
Las ideas son incluso más peligrosas que las armas, sólo que su efecto no es tan inmediato.
Parte del problema de crecer y hacerse mayor es que los mitos de la infancia desaparecen.
Lewis no contestó. En lugar de eso, se dirigió el revólver a la sien, sonrió como un demente y apretó el gatillo.