Pensar en la victoria de una revolución sin líder, es pensar en una flor sin sol.
Si su líder es un gran hombre, también un país pequeño puede resplandecer ante el mundo como patria de la gran ideología de la época, como potencia en la ideología y la política.
Para la revolución el líder es el cerebro, el partido su estado mayor y las masas populares sus artífices.
Las masas que no son dirigidas por un líder inteligente son iguales a un cuerpo sin cerebro.