Haz cien actos malos y uno bueno, y la gente va a dudar de tu maldad; haz cien actos buenos y uno malo, y la gente no va a dudar en condenarte.
No confundir la perseverancia con la testarudez, la capacidad de liderazgo con la imposición de pensamiento y la dignidad con el orgullo.
No pierdo tiempo, el tiempo me hace perder a mí.
Ofende más que se nos oculte una ofensa que la ofensa misma.
Aquellos que buscan un alguien para todo son los que se consideran un nadie.
El problema no es recordar, el problema es olvidar.
No todo lo que se dice es cierto y no todo lo que es cierto se dice.
No se es rencoroso por tener buena memoria.
Si la alegría más grande es la inesperada, la tristeza también.
No existe la conformidad, existe la resignación.
Ignorante es el que le desea el mal a alguien porque no sabe que el mal nos llega a todos.
Es mejor haber decepcionado a que nunca hayan confiado en uno.
Aceptar lo malo es aceptar lo cotidiano.
Sabio es el que soporta una contradicción y no el que contradice.
La mejor forma de atacar una causa es defendiéndola con malos argumentos.
Soñar es para los que duermen.
La envidia pasó de ser un defecto ajeno a ser un escudo del orgullo propio.
De imaginativo a delirante hay solamente un paso.
De espíritu elevado es aquel que ignora los pensamientos ajenos sobre sí mismo, pero en cambio se preocupa en aquellos que le afectan a la mayoría.
Si se busca distanciar de alguien, no se aleje: acérquese lo máximo posible a esa persona para que ella se aparte por sí sola y asustada.