La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco.
El amor es la alegría de los buenos, la reflexión de los sabios, el asombro de los incrédulos.
La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo.
El legislador no debe proponerse la felicidad de cierto orden de cuidadanos con exclusión de los demás, sino la felicidad de todos.
Un hombre que no arriesga nada por sus ideas, o no valen nada sus ideas, o no vale nada el hombre.
La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos.
Los amigos se convierten con frecuencia en ladrones de nuestro tiempo.
La libertad está en ser dueños de la propia vida.
Hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad.
Así como los ojos están formados para la astronomía, los oídos lo están para percibir los movimientos de la armonía.
La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo.
El amor consiste en sentir que el ser sagrado late dentro del ser querido.
Donde reina el amor, sobran las leyes.
Los sabios hablan porque tienen algo que decir. Los tontos hablan porque tienen que decir algo.
Cuando una multitud ejerce la autoridad, es más cruel aún que los tiranos.
No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad.
La justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte.
El objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano.
Tres facultades hay en el hombre: la razón que esclarece y domina; el coraje o ánimo que actúa, y los sentidos que obedecen.
Todo lo que se llama estudiar y aprender no es otra cosa que recordar.