Bogando ansioso y displicente con el lento ritmo de la corriente, aguas abajo, la tarde ingràvida me conduce a la noche del Atlàntico.
Ahora vuelvo de antiguas navegaciones por aguas turbias
y bogo hacia la frontera de la incierta utopìa que recorre los templos mendicantes en busca de un mendrugo de esperanza.