Cuando la Corte Suprema de Justicia se trasladó a Washington en 1800, se dispuso, sin libros, lo que probablemente explica por la alta calidad de las opiniones iniciales.
Si hay alguna estrella fija en nuestra constelación constitucional, es que ningún funcionario, alto o pequeño, puede prescribir lo que ha de ser ortodoxo en la política, el nacionalismo, la religi...