La mitad del mundo tiene algo que decir, pero no puede; la otra mitad no tiene nada que decir, pero no calla.
Escribir en verso libre es como jugar al tenis con la red abajo.
A la pista de tenis se va a jugar al tenis, no a ver si las líneas son rectas.
De haber escrito mi propio epitafio este hubiese sido: Tuve una riña de enamorados con el mundo.
En un bosque se bifurcaron dos caminos, y yo... Yo tomé el menos transitado.
Esto marcó toda la diferencia.
La felicidad recupera en altura lo que le falta en longitud.
Un poema comienza en deleite y termina en sabiduría.