En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz ni guía sino la que en el corazón ardía.
El que de amor adolesce, de él divino ser tocado.
Buscad leyendo y hallaréis meditando.
El alma que anda en amor, ni cansa, ni se cansa.
Descubre tu presencia, y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor, que no se cura sino con la presencia y la figura.
Solo la verdad os hará libres.
Véante mis ojos, pues eres lumbre de ellos, y solo para ti quiero tenerlos.
En el atardecer de la vida, seremos juzgados solo por el amor.