No escribimos los poemas con ideas, sino con palabras.
La carne está triste ¡ay!, y yo he leído ya todos los libros
Y, quizás, los mástiles, invitando a las tormentas son los que un viento inclina sobre los naufragios perdidos, sin mástiles, sin mástiles, ni islas fértiles... ¡Pero, oh corazón mío, escucha ...
La carne, por desgracia, es triste, y he leído todos los libros.
Los sueños tienen tanta influencia como acciones.
No se hace un poema con las ideas, pero con palabras.