En política, como en religión, hay devotos que manifiestan su veneración por un santo desaparecido convirtiendo su tumba en un santuario del crimen.
Los políticos tímidos e interesados se preocupan mucho más de la seguridad de sus puestos que de la seguridad de su país.
La prueba suprema de virtud consiste en poseer un poder ilimitado sin abusar de él.
Cuando la lucha entre facciones es intensa, el político se interesa, no por todo el pueblo, sino por el sector a que él pertenece. Los demás son, a su juicio, extranjeros, enemigos, incluso piratas...
El político debe hablar y obrar muchas veces sin haber pensado ni leído.
Una buena Constitución es infinitamente mejor que el mejor déspota.
El mejor gobierno es el que desea hacer feliz al pueblo y sabe cómo lograrlo.
Prefiero ser un hombre pobre en un desván con un montón de libros que un rey que no ama la lectura.
La mayor prueba de la virtud es poseer el poder ilimitado sin abusar de ella.