La musicalidad de la poesia mexicana es de una gran finura y es inútil buscar latitudes sinfonicas en ella, sino mas bien música de camara.
Y, más que por el goce y el delirio, amarte por la angustia y por la duda.
Amar es una angustia, una pregunta.
Es un querer saber todo lo tuyo
Amar es una angustia, una pregunta, una suspensa y luminosa duda; es un querer saber todo lo tuyo y a la vez un temor de al fin saberlo.
Amar es no dormir cuando en mi lecho sueñas entre mis brazos que te ciñen.
¡Qué luz de atardecer increíble, hecha del polvo más fino, llena de misteriosa tibieza, anuncia la aparición de la nieve!
Amar es prolongar el breve instante de angustia, de ansiedad y de tormento en que, mientras espero, te presiento en la sombra suspenso y delirante.
Oigo mi corazón latir sangrando y siempre y nunca igual. Sé por quién late así, pero no puedo decir por qué será
Y a la vez un temor de al fin saberlo.
Si juntos nuestros labios desnudos como cuerpos, y nuestros cuerpos juntos como labios desnudos no formaran un cuerpo y una respiración, ¡no fuera amor el nuestro, no fuera nuestro amor!
Todo lo que el deseo unta en mis labios: la dulzura soñada de un contacto, el sabido sabor de la saliva.
Todo en la noche vive una duda secreta: el silencio y el ruido, el tiempo y el lugar.
Silenciosamente apuro mi sed, mi sed no saciada, y la guardo congelada para un alivio futuro.
La muerte toma siempre la forma de la alcoba que nos contiene
Prisionero de ti, vivo buscándote en la sombría caverna de mi agonía.
Cuando la noche de humo, de polvo y de ceniza envuelve la ciudad, los hombres quedan suspensos un instante, porque ha nacido en ellos, con la noche, el deseo.
Para oír brotar la sangre de mi corazón cerrado, ¿pondré la oreja en mi pecho como en el pulso la mano?
Una suspensa y luminosa duda;
¡Qué prueba de la existencia habrá mayor que la suerte de estar viviendo sin verte y muriendo en tu presencia!