No pases nunca por encima de un yugo.
Pitágoras
Almas de fango, que no estimais mas que el oro, no quiero tocar vuestros tesoros, por impuro que sea su origen.
El Señor es mi ayuda; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?
La riqueza, aun sin merecimientos, inspira reverencia hasta a gentes desinteresadas, porque acaso les sugiere la idea de los grandes proyectos que permite realizar.
Ningún país puede actuar con prudencia al mismo tiempo en todas las partes del mundo en cada momento del tiempo.