Nunca debemos avergonzarnos de nuestras lágrimas, porque son la lluvia que limpia el polvo cegador de la tierra a que a veces cubre y mancilla nuestro endurecido corazón.
Charles Dickens
A medida que envejezco, presto menos atención a lo que dicen los hombres. Acabo de ver lo que hacen.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada
No hubiese un español que no creyese ser señor de América, y los americanos los miraban entonces con poco menos estupor que los indios en los principios de sus horrorosas carnicerías, tituladas co...
Estoy dispuesto a pasar el resto de mi vida tocando en clubes, si eso significa que estoy jugando la música que creo pulg