La vejez es, por sí misma, una enfermedad.
Terencio
Filipo estuvo más seguro en el campo de batalla que en el teatro, evitó muchas veces caer en manos de sus enemigos, pero no pudo evitar caer en manos de los suyos.
Un día, mi padre decía: 'Bueno, si quieres jugar al tenis puedo ayudarte. ' Y así es como empezó. Y yo tenía una meta. Quería golpear a mi mamá por primera vez. Y mis padres y mi hermano. Y ese...
Ya no hay caballeros como los de antes. Hoy, si un hombre te abre la puerta, o es la de su dormitorio o se trata del portero.
Los hombres se fijan a sí mismos su precio, alto o bajo, según les parece, y cada uno vale el precio en que se estima. Valórate como hombre libre o esclavo, que esto no depende más que de ti