Lo primero que debe hacerse es llevar a una muchacha al punto en que solo conozca un deber: el de abandonarse plenamente a su amado, tanto como si, llena de exaltada beatitud, mendigase ese favor. Solo entonces es cuando se pueden obtener de ella los verdaderos y grandes placeres. Y a esto solo se llega por medio de una elaboración espiritual.
Soren Kierkegaard