Una idea desesperada en una situación desesperada.
Alexander Alekhine
Cuando la mujer se inclina preciosas a la locura, y encuentra demasiado tarde que los hombres traicionan, qué encanto puede calmar su melancolía, lo que el arte puede lavarse las culpas?
¿En qué puede perjudicarle a una mujer su necedad?
En la defensa de la verdad hemos de proceder con la mayor sencillez; en la lucha con el temor con la mayor fortaleza
En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos, ¡oh Cristo!