Fernando Savater: ¿Sabes cuál es la única obl...


¿Sabes cuál es la única obligación que tenemos en esta vida?brPues no ser imbéciles. La palabra «imbécil» es más sustanciosa de lo que parece, no te vayas a creer. Viene del latín baculus quebrsignifica «bastón»: el imbécil es el que necesita bastón parabrcaminar. Que no se enfaden con nosotros los cojos ni losbrancianitos, porque el bastón al que nos referimos no es el que sebrusa muy legítimamente para ayudar a sostenerse y dar pasitos a un cuerpo quebrantado por algún accidente o por la edad. El imbécil puede ser todo lo ágil que se quiera y dar brincos como una gacela olímpica, no se trata de eso. Si el imbécil cojea no es de los pies, sino del ánimo: es su espíritu el debilucho y cojitranco, aunque su cuerpo pegue unas volteretas de órdago. Hay imbéciles de varios modelos, a elegir:bra) El que cree que no quiere nada, elque dice que todo le da igual,brel que vive en un perpetuo bostezo o en siesta permanente, aunque tenga los ojos abiertos y no ronque.brb) El que cree que lo quiere todo, lo primero que se le presenta ybrlo contrario de lo que se le presenta: marcharse y quedarse, bailar y estar sentado, masticar ajos y dar besos sublimes, todo a la vez.brc) El que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo.brImita los quereres de sus vecinos o les lleva la contraria porque sí,brtodo lo que hace está dictado por la opinión mayoritaria de los quebrle rodean: es conformista sin reflexión o rebelde sin causa.brd) El que sabe que quiere y sabe lo que quiere y, más o menos,brsabe por qué lo quiere pero lo quiere flojito, con miedo o con pocabrfuerza. A fin de cuentas, termina siempre haciendo lo que no quiere y dejando lo que quiere para mañana, a ver si entonces sebrencuentra más entonado.bre) El que quiere con fuerza y ferocidad, en plan bárbaro, pero sebrha engañado a sí mismo sobre lo que es la realidad, se despistabrenormemente y termina confundiendo la buena vida con aquellobrque va a hacerle polvo.brTodos estos tipos de imbecilidad necesitan bastón, es decir, necesitan apoyarse en cosas de fuera, ajenas, que no tienen nada que ver con la libertad y la reflexión propias. Siento decirte que losbrimbéciles suelen acabar bastante mal, crea lo que crea la opiniónbrvulgar. Cuando digo que «acaban mal» no me refiero a quebrterminen en la cárcel o fulminados por un rayo (eso sólo suele pasar en las películas), sino que te aviso de que suelen fastidiarse a sí mismos y nunca logran vivir la buena vida esa que tanto nosbrapetece a ti y a mí. Y todavía siento más tener que informarte québrsíntomas de imbecilidad solemos tener casi todos; vamos, por lobrmenos yo me los encuentro un día sí y otro también, ojalá a ti tebrvaya mejor en el invento...brConclusión: ¡alerta!, ¡en guardia!, ¡labrimbecilidad acecha y no perdona!

Fernando Savater


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