Un hombre sin restricciones es como un barril sin aros que rueda y se hace pedazos.
Henry Ward Beecher
Las heridas de la calumnia se cierran pero quedan las cicatrices.
Si pudiéramos aprender, por la mañana, lo que es justo, deberíamos darnos por satisfechos con morir por la tarde.
Lo comprado al precio de muchos ruegos, es caro.
La discriminación es la única arma que tienen los mediocres para sobresalir.