El apetito trabaja para el obrero; la necesidad de comer lo estimula. El hombre pérfido fomenta discordias; el criticón divide a los amigos. El hombre violento engaña a su prójimo y lo conduce por un camino que no es bueno. El que cierra los ojos para maquinar engaños y frunce los labios, ya cometió el mal.
Sagradas Escrituras