Cada hombre lleva un fantasma de mujer, no en la imaginación que entonces sería fácil de expulsarle; sino circulando en su sangre, y cada mujer un fantasma más o menos concreto de hombre.
Gregorio Marañón
Debemos inquietarnos por curar las simientes, por vendar corazones y escribir el poema que a todos nos contagie.
Quien no tiene que esperar, de nada debe desesperarse.
¿Qué perfección es ésta que complace y no subyuga, que admira y no arrastra?.
Sin razón se queja del mar el que otra vez navega.