Gallina ponedora y mujer silenciosa, valen cualquier cosa.
Mucha gente, muchas chicas han tratado de enseñarme las reglas para el fútbol. Y se podría pensar que sería meterse en mi cabeza de esa manera, pero yo no lo entiendo.
Los amigos no se hacen, se reconocen.
No hay nada tan sujeta a la inconstancia de la fortuna como la guerra.
En el otoño de 1943 nos llevamos a casa nuestro segundo hijo, a quien hemos llamado Alexander.