La felicidad también deja marcas. Pero pocas veces son indelebles.
José Narosky
Los edificios, también, son hijos de la tierra y el sol.
Las huellas de las personas que caminaron juntas nunca se borran.
Para conocer la flor del ciruelo, tanto el propio corazón como la propia nariz.
Un gobierno nuevo tiene que deslumbrar y sorprender; cuando deja de brillar, cae.