Colección de jose
A Osiris
Repartido en pedazos y en lamentos,
repartido en paÃses y en canciones,
repartido en lejanos corazones,
repartido en profundos monumentos.
Repartido en obscuros sentimientos,
repartido en distintas emociones,
repartido en palabras y oraciones,
repartido y perdido en los momentos.
Heredero del tiempo y del espacio,
vÃctima de transcursos y distancias,
ser en seres deshecho y repartido.
Yo busco tu hermosura y tu palacio,
tu boca de rubÃes y fragancias
para reunirte solo en un gemido.
Con la invención de la bomba atómica he llegado a ser la muerte, el destructor de mundos.
J Robert OpenheimerLa cortesÃa no cuesta nada y gana todo.
Jean-Baptiste MolièreSin Nadie La Mirada
Lo que cambia es el rostro,
la hondura de unos ojos,
la luz de una mirada;
la penumbra indiscreta
de confidencias Ãntimas,
la ternura, los besos,
los cuerpos y las almas.
El amor es el mismo;
busca formas distintas:
a veces una frente
de curvas sosegadas,
otras la boca roja,
quizá una boca pálida;
unos brazos ardientes
de tibias manos largas;
el instante amoroso,
la amorosa distancia.
Cambian tan solo el rostro,
los luceros, el alba;
el palor de la luna
detrás de una ventana;
la lluvia que solloza
con sus gotas que cantan;
el fulgor que nos junta
la luz que nos separa,
las llamas que calientan
los muros de la casa,
las cortinas de sombra,
el temblor de una lámpara.
El amor es el mismo,
no declina, no cambia;
existe en nuestro pecho
desde lejana infancia;
nos saca de la cuna,
nos hiere con su espada,
nos da siempre el veneno
que vivifica y mata;
zumo que nos agobia,
licor que nos exalta;
el ardor que consume,
la ceniza que apaga.
El amor es el mismo,
sólo busca una cara.
siempre es lo mismo
lo que esperas;
siempre es lo mismo
lo que amas.
Tú estás en ti y eres el mismo,
es lo de fuera lo que cambia.
Tu amor existe
y busca siempre
un pretexto para sus ansias.
Primero un nombre: Luz, Elvira,
Diego, Alejandro,
Helena, Clara;
después del nombre algo infinito
que en nuestros brazos se quedara
y un rostro, un rostro,
cualquier rostro
que no nos deje ningún dÃa
llevar sin nadie la mirada.
Hacer el amor es algo muy sano: quemas calorÃas y hasta te olvidas de quién eres.
Isabel GemioEl destino, el azar, los dioses, no suelen mandar grandes emisarios en caballo blanco, ni en el correo del Zar. El destino, en todas sus versiones, utiliza siempre heraldos humildes.
Francisco UmbralLas enemistades ocultas y silenciosas, son peores que las abiertas y declaradas.
CicerónEn una democracia es también democrático protestar democráticamente.
Alberto Iniesta¿Puede ser por ventura amado el que a nadie ama?
DemócritoNo hay amor sin temor de ofender o perder lo que se ama.
Francisco De QuevedoNo es porque las cosas sean difÃciles por lo que no nos atrevemos; sino que por no atrevernos ellas se hacen arduas.
SénecaHay que vigilar a los ministros que no pueden hacer nada sin dinero y a aquellos que quieren hacerlo todo solo con dinero.
Indira GandhiLa hermosura es una carta de recomendación escrita por Dios.
Santiago Alberione¡Qué felices serÃan los campesinos si supieran que son felices!
VirgilioEl amor une y después divide.
LautremontLa felicidad radica, ante todo, en la salud.
George William CurtisLa famÃlia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guÃan durante toda su vida.
Juan Pablo IILas leyes, como las casas, se apoyan unas en otras.
Edmund BurkeEl que no ama siempre tiene razón: es lo único que tiene.
Antonio GalaCeguera
Me abismo en una rara ceguera luminosa,
un astro, casi un alma, me ha velado la Vida.
¿Se ha prendido en mà como brillante mariposa,
o en su disco de luz he quedado prendida?
No sé...
Rara ceguera que me borras el mundo,
estrella, casi alma, con que asciendo o me hundo.
¡Dame tu luz y vélame eternamente el mundo!