El ánimo que piensa en lo que puede temer, empieza a temer en lo que puede pensar.
El árbol de la vida es la comunicación con los amigos; el fruto, el descanso y la confianza en ellos.
La guerra es de por vida en los hombres, porque es guerra la vida, y vivir y militar es una misma cosa.
Conviene vivir considerando que se ha de morir; la muerte siempre es buena; parece mala a veces porque es malo a veces el que muere.
El ocio es la pérdida del salario.
No es dichoso aquél a quien la fortuna no puede dar más, sino aquel a quien no puede quitar nada.
Los que de corazón se quieren solo con el corazón se hablan.
Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga.
Para conservar la salud y cobrarla si se pierde, conviene alargar en todo y en todas maneras el uso del beber vino, por ser, con moderación, el mejor vehículo del alimento y la más eficaz medicina.
Donde hay poca justicia es un peligro tener razón.
Menos mal hacen los delincuentes que un mal juez.
Cuerpo que no le arma su corazón, las armas le esconden; más no le arman.
Solo el que manda con amor es servido con lealtad.
No es el filósofo el que sabe donde esta el tesoro sino el que trabaja y lo saca.
El hombre va como los peones: de casilla en casilla sin poder atrapar a la dama.
El amor es fe y no ciencia.
Cuando decimos que todo tiempo pasado fue mejor, condenamos el futuro sin conocerlo.
Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir.
El general ha de ser considerado, y el soldado obediente.
El amor es la última filosofía de la tierra y del cielo.