Donde hay fe hay amor, donde hay amor hay paz, donde hay paz esta Dios y donde está dios no falta nada.
Nadie desaparece del todo de la vida de uno, si ha sabido imprimir buenas huellas en el recuerdo.
Tal vez la muerte sea un obligado volver a empezar para poder inventar sueños nuevos.
Quizás el arte de gobernar sea precisamente eso: el arte de saber valorar al pueblo y esforzarse por alentar y cumplir sus sueños.
No labra uno su destino: ¡Lo aguanta!