Frases de Edward Morgan Forster

No me pueden echar de mi trabajo, porque mi trabajo es la educación. Creo en enseñar a la gente a ser individuos singulares y a entender a otras personas, también distintas.

La vida nunca nos da lo que queremos en el momento que consideramos adecuado.

La vida —escribió un amigo mío— es un recital público de violín en el cual uno va aprendiendo a tocar el instrumento mientras va interpretando.
No es posible amar e irse. Deseará que así sea. Puede transmutar el amor, ignorarlo, confundirlo, pero nunca podrá apartarlo completamente de sí misma. Sé por experiencia que los poetas tienen ra...

La gente tiene sus propias muertes, así como sus propias vidas, y aunque no hay nada más allá de la muerte, que se diferencian en nuestra nada.
Todo el mundo nace, pero nadie recuerda cómo. La muerte sobreviene como el nacimiento, pero tampoco sabemos de qué modo. Nuestra experiencia última, al igual que la primera, es conjetural. Nos move...

La tristeza de lo incompleto, la tristeza que a menudo es la vida, pero nunca debe ser arte.

La obra de arte supone la existencia del espectador perfecto, y es indiferente al hecho de que no existe tal persona.

Por la noche, cuando las cortinas están cerradas y los destellos de fuego, mis libros alcanzan una dignidad colectiva.

Tenemos que estar dispuestos a dejar ir la vida que hemos planeado, a fin de tener la vida que nos espera.

Inglaterra siempre ha sido reacio a aceptar la naturaleza humana.

Solo las personas que han sido admitidas al ejercicio de la libertad puede tener la mirada adulta en sus ojos.

Absurdo y la belleza tienen conexiones cercanas.

Solo un escritor que tiene el sentido del mal puede hacer que la bondad legible.

Historia se desarrolla, el arte se detiene.

Dos hurras por la Democracia, uno, ya que admite la variedad, y dos, ya que permite la crítica.

Odio la idea de las causas, y si tuviera que elegir entre traicionar a mi país y traicionar a mi amigo, espero que debería tener las agallas para traicionar a mi país.

Lo maravilloso de la gran literatura es que transforma al hombre que lee a la condición del hombre que escribió.

Marcar una persona es una razón de más para el gusto de otra.

Uno siempre tiende a elogiar demasiado un libro largo, porque se ha conseguido a través de él.