La muerte es ese amigo que aparece en las fotografías de la familia, discretamente a un lado, y al que nadie acertó nunca a reconocer.
La eternidad ignora las costumbres, le da lo mismo rojo que azul tierno, se inclina al gris, al humo, a la ceniza.
Amo tus mil imágenes en vuelo como un bando de pájaros salvajes.
Decido hacer mi testamento. Es este: les dejo el tiempo, todo el tiempo.
Este silencio, blanco, ilimitado, este silencio del mar tranquilo, inmóvil.
Por ti no pasa nunca el tiempo.
Y yo ciego de mí te acepto a ciegas del esplendor terrible de tu llama tan frágil y menuda entre mis brazos.
Niña y muchacha y joven ya mujer, tú todas, colman mi corazón, y en paz las amo.
Cómo llevar a las palabras la sensación, el roce de tu mano por vez primera entre la mía.
Asombro
Me asombran las hormigas que al ir vienen
tan seguras de sí que me dan miedo
porque están donde van sin más preguntas
y aunque asomos de vida son perfectas
si minúsculas máquinas que sab...
Y sin embargo, ves, me aferro al lunes y al día siguiente doy el nombre tuyo y con la punta del cigarro escribo en plena oscuridad: aquí he vivido.