Hay dos maneras de conseguir la felicidad, una hacerse el idiota; otra serlo.
El pudor es un sólido que solo se disuelve en alcohol o en dinero.
El que va acompañado de una linda mujer sabe que los amigos hallados en la calle tienen siempre más cosas que decir que cuando vamos solos.
La verdad se parece mucho a la falta de imaginación.
Viajar es imprescindible y la sed de viaje, un síntoma neto de inteligencia.
Cuando tiene que decidir el corazón es mejor que decida la cabeza.
La mujer es como los autos, a la vejez es cuando más se pintan.
Para encontrar gusto a la vida, no hay como morirse.
Suicidarse es subirse en marcha a un coche fúnebre.
Todos los hombres que no tienen nada importante que decir hablan a gritos.
El que no se atreve a ser inteligente, se hace político.
Los senos de la mujer son la única persistencia del hombre; los coge al nacer y ya no los suelta hasta morir de viejo.
La vejez es un exceso que aumenta por días.
La vida es tan amarga que abre las ganas de comer.
La mujer adora al hombre igual que el creyente adora a Dios; pidiéndole todos los días algo.
Lo vulgar es el ronquido, lo inverosímil, el sueño. La humanidad ronca, pero el artista está en la obligación de hacerla soñar o no es artista.
Los sentimientos deben analizarse y nunca obedecerse.
Al amor, al baño y a la tumba, se debe ir desnudo.
La muerte tiene una sola cosa agradable: las viudas.
La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo."
(Enrique Jardiel Poncela)