La gente es ridícula cuando no opina o quiere aparentar lo que no es.
Las personas no son ridículas sino cuando quieren parecer o ser lo que no son.
Quizá, el camino más directo para conquistar la fama sea el afirmar con seguridad y pertinencia y, por cuantos modos sea posible, el haberla conquistado.
Todas las criaturas se sienten o pueden sentirse satisfechas de sí mismos, excepto el hombre; lo que demuestra que su existencia no esta limitada a este mundo como la del resto de las cosas.
El hombre no vive de otra cosa que de religión o de ilusiones.
¡Qué pena que beber agua no sea un pecado! ¡Qué bien sabría entonces!
Los antepasados son lo más importante para quien no ha hecho nada.
La vejez es mala porque priva al hombre de todos los placeres dejándole los apetitos.
La paciencia es la más heroica de las virtudes, precisamente porque carece de toda apariencia de heroísmo.
No temas ni a la prisión, ni a la pobreza, ni a la muerte. Teme al miedo.
Para la felicidad son menos nefastos los males que el aburrimiento.
No hay nada más raro en el mundo que una persona a la que siempre podamos tolerar.
La felicidad está en la ignorancia de la verdad.
Cada uno es tan infeliz como cree.
El alma tiende siempre a juzgar a los otros por lo que piensa de sí misma.
Ninguna profesión es tan estéril como la del literato.
Confía en los que se esfuerzan por ser amados; duda de los que solo procuran parecer amables.
La felicidad o infelicidad no se mide desde el exterior sino desde dentro.
El odio a nuestros semejantes es mayor con los más allegados.
¡Ay, amor! ¡Qué mal me gobernaste! ¿Por qué un sentimiento tan dulce me trae tanto dolor, tanto deseo?