Pero, una vez terminada la obra, el artesano mantiene deseando que hubiera alguien a reflexionar sobre la planta de una obra tan grande, amar su belleza, y para maravillarse de su inmensidad.
Pero en su creación final que no era parte de la energía del Padre a fallar como si agotado. No era la parte de su sabiduría a vacilar en cuestión necesaria a través de la pobreza de un abogado.
Es cierto que gran pesar de que estos motivos sean, no son las razones principales, es decir, los que pueden reclamar legítimamente para sí el privilegio de la más alta admiración.