No se puede descender dos veces por el mismo río, pues cuando desciendo el río por segunda vez, ni yo ni el río somos los mismos.
El sol es nuevo cada día.
Más vale apagar una injuria que apagar un incendio.
Los hombres intentan purificarse manchándose de sangre. Es como si, después de haberse manchado con barro, quisieran limpiarse con barro.
Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña.
Si no esperas lo inesperado no lo reconocerás cuando llegue.
Los médicos cortan, queman, torturan. Y haciendo a los enfermos un bien, que más parece mal, exigen una recompensa que casi no merecen.
En el círculo se confunden el principio y el fin.
Los perros solo ladran a quienes no conocen.
La enfermedad hace agradable la salud; el hambre la saciedad; la fatiga el reposo.
Para Dios todo es hermoso, bueno y justo. Los hombres han concebido lo justo y lo injusto.
Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, abundancia y hambre.
Inmortales, mortales, inmortales. Nuestra vida es la muerte de los primeros y su vida es nuestra muerte.
Todas las leyes humanas se alimentan de la ley divina.
Sin esperanza se encuentra lo inesperado.
A todo hombre le es concedido conocerse a sí mismo y meditar sabiamente.
Son distintas la aguas que cubren a los que entran al mismo río.
Los asnos prefieren la paja al oro.
Los buscadores de oro cavan mucho y hallan poco.
Todo cambia nada es.