Esta fresa, me la dieron esta mañana, me hace tan feliz que oí al espacio celeste decir la cosa más deliciosa que haya saboreado.
Los dos sabemos lo que siente el uno en el interior del otro y con fuerza de leones se besan nuestras almas.
Esos pliegues de tu vestido, esas líneas de tus caderas, esos latidos del corazón...
Te me has aparecido en sueños, tu voz era una lluvia refrescante, tu boca una fruta madura.
Mi mujer es ardiente y se entrega como mi canción.
Existen mujeres que aman a un hombre de la misma manera que comen una comida anhelada...
¿Por qué hay miedo en tu corazón? detrás de tus pechos crecen flores, hueles a manzanas y eternidad.
De oro y fuego es la fiesta de mi pensamiento.
El clima es mío, somos uno, las noches de tormenta... nuestro amor es grande...
Múltiples son nuestras caricias y deliciosas ofrendas, el mar en tempestad es un eco de mi sangre en ebullición.