Lo que se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado.
La hipocresÃa hace llevar siempre, a los que la cultivan, una vida de mortificación amarga y rencorosa.
El aburrimiento no puede existir donde quiera que haya una reunión de buenos.
Los enamorados no saben decirse adiós: se acompañan siempre.
La resistencia de una cadena se mide por su eslabón más débil.
La mentira tiene muchas facetas: reticencia, cabildeo, murmuración... Pero es siempre arma de cobardes.
Son santos los que luchan hasta el final de su vida: los que siempre se saben levantar después de cada tropiezo, de cada caÃda, para proseguir valientemente el camino con humildad, con amor, con esper...
No te desalientes. Te he visto luchar...Tu derrota de hoy es entrenamiento para la victoria definitiva.
Jesús vino a la tierra para padecer...Y para evitar los padecimientos -también los terrenos- de los demás.
Si ves claramente tu camino, sÃguelo. ¿Cómo no desechas la cobardÃa que te detiene?
Para acabar las cosas, hay que empezar a hacerlas.
El matrimonio es para la clase de tropa y no para el estado mayor de Cristo.
Todas las cosas de este mundo no son más que tierra. ?Ponlas en un montón bajo tus pies, y estarás más cerca del cielo.
¡La guerra! -La guerra tiene una finalidad sobrenatural-me dices desconocida para el mundo: La guerra ha sido para nosotros... -La guerra es el obstáculo máximo del camino fácil -Pero tendremos, al fi...
El pudor y la modestia son hermanos pequeños de la pureza.
El cristiano debe amar a los demás, y por tanto, respetar las opiniones contrarias a las suyas, y convivir con plena fraternidad con quienes piensan de otro modo
La vocación cristiana consiste en hacer endecasÃlabos de la prosa de cada dÃa.
Donde la mano siente el pinchazo de las espinas, los ojos descubren un ramo de rosas espléndidas, llenas de aroma.
Tras la guerra viene la paz. ¿ Y qué es la paz ? La paz es algo muy relacionado con la guerra. La paz es consecuencia de la victoria!
En la lÃnea del horizonte, hijos mÃos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad se juntan es en vuestros corazones, cuando vivÃs santamente la vida ordinaria...