El presente como punto de contacto entre la cosa y su imagen.
Para la ciencia no debe existir posibilidad de contradicción, y allí donde se presenta concluye el discurso científico.
Vivir satisfecho de uno mismo ha de ser muy aburrido, por eso no hay mejor cosa que meterse en aventuras.
La calidad literaria es inversamente proporcional al número de lectores.
El hundimiento de una creencia crea una nueva dimensión del sujeto, al obligarle a conducir su personalidad a lo largo de un eje situado fuera del plano de aquella.
Cuando la expresión científica se vuelve contradictoria y ambigua, se socava su función empírica.
Me pregunto cómo es posible que persistamos en mantener tal abuso: en habilitar al tiempo como depositario de nuestra esperanza cuando es él quien se encarga de defraudarla.
El tiempo solo asoma en la desdicha y así la memoria solo es el registro del dolor.
La razón, un recurso científico, sirve de antítesis a la inspiración poética.
La propaganda desvirtúa el producto que, vendido a voces, pierde el silencio de su calidad.
Porque eso es la muerte: vivir ese instante dominado tan solo por ese instante.
La soledad es la causa de muchos excesos de la teoría del conocimiento.
En la vida, como en ajedrez, las piezas mayores pueden volverse sobre sus pasos, pero los peones solo tienen un sentido de avance.
La admiración por los libros me llevó a escribir. Yo admiraba a la gente por transferencia.
El error obliga a rehacer el camino y eso enseña muchas cosas. La duda, no. Entre el error y la duda, opto siempre por el primero.
El ámbito iluminado por la ciencia está rodeado de un espacio en tinieblas tan extenso, que ha de parecer ridícula la pretensión de limitar la existencia al hábitat del conocimiento.
La filosofía es la ciencia que complica las cosas que todo el mundo sabe.
Yo creo firmemente que, mientras existan personas como Alexandr Solzhenitsin, los campos de concentración subsistirán y deben subsistir. Tal vez deberían estar un poco mejor guardados, a fin de que...
En verdad, si no existía ya una confianza en el futuro ni un apego a la tierra ni una verdadera fe en las creencias, ¿por qué no volver al terreno del odio? Sólo de la derrota podía surgir algo n...
Creo que la vida del hombre está marcada por tres edades: la primera es la edad del impulso, en la que todo lo que nos mueve y nos importa no necesita justificación, antes bien nos sentimos atraído...