Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.
Si abrieras realmente los ojos, y vieras, verías tu imagen en todas las imágenes. Y si abrieras tus oídos para oír, oirías tu propia voz en todas las voces.
En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.
Conocí un segundo nacimiento, cuando mi alma y mi cuerpo se amaron y se casaron.
El ojo del ser humano es como un microscopio que le hace ver el mundo más grande de lo que realmente es.
Los dones que provienen de la justicia son superiores a los que se originan en la caridad.
No se puede llegar al alba sino por el sendero de la noche.
La fe es un oasis en el corazón, que nunca será alcanzado por la caravana del pensamiento.
El silencio de un envidioso está lleno de ruidos.
En el rocío de las pequeñas cosas, el corazón encuentra su mañana y toma su frescura.
Dios no escucha vuestras palabras, salvo cuando él mismo las profiere a través de vuestros labios.
Si no puedes trabajar con amor sino solo con desgana, mejor será que abandones el trabajo y te sientes a la puerta del templo a recibir limosna de los que trabajan con alegría.
Si otro te injuria, puedes olvidarlo; si injurias tú nunca olvidarás.
La belleza es la vida cuando la vida levanta el velo de su rostro sangrado.
Es la vida la que da a la vida, mientras que vosotros, que os consideráis donantes, no sois más que testigos.
Algunos oyen con las orejas, algunos con el estómago, algunos con el bolsillo y algunos no oyen en absoluto.
El pesar y la pobreza purifican el corazón del hombre, aunque nuestras mentes débiles no ven nada de valor en el universo, salvo la comodidad y la felicidad.
Aquel que no usa su moralidad sino como si fuera su mejor ropaje, estaría mejor desnudo.
Hay quienes dan con alegría y esa alegría es su premio.
Fui bohemio, pero pronto me surgieron las inclinaciones familiares. Es una forma de amar que me gusta.