Frases de Miguel Hernández ( 2 )


Se pondrá el tiempo amarillo sobre mi fotografÃa
Boca que arrastra mi boca. Boca que me has arrastrado: boca que vienes de lejos a iluminarme de rayos. Alba que das a mis noches un resplandor rojo y blanco. Boca poblada de bocas: pájaro lleno de pÃ...

Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas, cicatrices y heridas, señales y recuerdos del hambre, contra tantas barrigas satisfechas: cerdos con un origen peor que el de los cerdos

Cuerpos que nacen vencidos, vencidos y grises mueren: vienen con la edad de un siglo, y son viejos cuando vienen

Encarnación, yo digo en mi corazón, si soy tonto que lo sea. No me importa: no me muero por ser tonto, tonto estoy, y si sé que tonto soy, sé que hasta tonto te quiero
¿Qué poco vale uno ya! Hasta las ratas se suben a ensuciar la azotea de los pensamientos. Esto es lo que hay de nuevo en mi vida: ratas. Ya tengo ratas, piojos, pulgas, chinches, sarna. Este rincón...

Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera

Cantando espero a la muerte, que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas

Sigue, pues, sigue cuchillo, volando, hiriendo. Algún dÃa se pondrá el tiempo amarillo sobre mi fotografÃa

Pintada, no vacÃa: pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y desgracias

Aunque el otoño de la historia cubra vuestras tumbas con el aparente polvo del olvido.
Aquà estoy para vivir mientras el alma me suene, y aquà estoy para morir, cuando la hora me llegue, en los veneros del pueblo desde ahora y desde siempre. Varios tragos es la vida y un solo trago es...

El mundo es como aparece ante mis cinco sentidos, y ante los tuyos que son las orillas de los mÃos

En vuestra mano está la libertad del ala, la libertad del mundo, soldados voladores: y arrancaréis del cielo la codiciosa y mala hierba de otros motores

Sangre remota. Remoto cuerpo, dentro de todo: dentro, muy dentro de mis pasiones, de mis deseos

Coloco relicarios de mi especie a tu talón mordiente, a tu pisada, y siempre a tu pisada me adelanto para que tu impasible pie desprecie todo el amor que hacia tu pie levanto

Pero el silencio puede más que tanto instrumento

Entro despacio, se me cae la frente despacio, el corazón se me desgarra despacio, y despaciosa y negramente vuelvo a llorar al pie de una guitarra

La fábrica se halla guardada por las flores, los niños, los cristales, en dirección al dÃa. Dentro de ella son leves trabajos y sudores, porque la libertad puso allà la alegrÃa

¡Qué sencilla es la muerte: qué sencilla, pero qué injustamente arrebatada! No sabe andar despacio, y acuchilla cuando menos se espera su turbia cuchillada