La ametralladora escribe los puntos suspensivos de la muerte
Los rosales son poetas que quisieron ser rosales.
El capitalista es un señor que al hablar con vosotros se queda con vuestras cerillas.
Los ladrillos saben esperar.
Ningún ejemplo del arte por el arte como la flor.
Somos lazarillos de nuestros sueños.
El libro es un pájaro con más de cien alas para volar.
Escritor es el que descubre que las palabras salen de la mano.
El cerebro es un paquete de ideas arrugadas que llevamos en la cabeza.
Como con los sellos de correo sucede con los besos que los hay los que pegan y los que no pegan.
El reloj no existe en las horas felices.
El reloj es una bomba de tiempo, de más o menos tiempo.
Cuando el segundo reloj del trayecto marca la misma hora que el reloj que vimos antes, nos hemos ahorrado el trayecto.
Cuando anuncian por el altavoz que se ha perdido un niño, siempre pienso que ese niño soy yo.
El caracol debía tocar el trombón que lleva a cuestas.
Al inventarse el cine las nubes paradas en las fotografías comenzaron a andar.
El caballo con la cabeza baja mientras pace parece estar leyendo el paisaje como un corto de vista.
La pistola es el grifo de la muerte.
Solo hay un olor que puede competir con el olor a tormenta: el olor a madera del lápiz.
Hay matrimonios que se dan la espalda mientras duermen para que el uno no le robe al otro los sueños ideales.