Una mujer es naturalmente más indefenso que el otro sexo, y un hombre de honor y sentido debería tener esto en su vista en todo tipo de comercio con ella.
Nada puede expiar la falta de modestia, sin la cual la belleza es poco elegante y detestable ingenio.
Un favor bien retribuido es tan maravilloso como el honor, para el que lo confiere y el que lo recibe.
No hay placer como el de recibir elogios de la loable.