Lo único que sabemos es lo que nos sorprende: que todo pasa, como si no hubiera pasado.
No viviré si no es para buscarte y cruzaré el dolor para adorarte.
Siempre pensé que las edades son todas crueles, y que se compensan o tendrían que compensarse las unas con las otras.
Prisionera, perdida, siempre esclava de tu felicidad.
Soñaba con ser vieja para tener tiempo para muchas cosas. No quería ser joven, porque perdía el tiempo en amar solamente. Ahora pierdo más tiempo que nunca en amar, porque todo lo que hago lo hago...
¡Oh tú, que me entregaste la armonía!, desesperando creo en tu promesa. Amor, contémplame, en tus brazos, presa.
Yo temblaba al mirarte, yo temblaba como tiemblan las ramas reflejadas en el agua movida por el viento.
Las caras de los hombres que en mi vida he encontrado me persiguen y viven adentro de mi espíritu.
Nadie acepta ser viejo porque nadie sabe serlo, como un árbol o como una piedra preciosa.
...y siempre tengo miedo porque soy valiente.
Haz brotar sangre al menos de mi herida, que estoy cansada de morir apenas.
Todo disfraz repugna al que lo lleva.
El recuerdo conserva una antigua retórica, se eleva como un árbol o una columna dórica, habitualmente duerme dentro de nuestros sueños y somos en secreto sus exclusivos dueños.
Y ven el cielo y les vuelve a dar sueño y vuelven a bajar dormidos, y vuelven a tocar el fondo del mar y se despiertan y vuelen a subir. Así son nuestros sueños, como delfines.
Dormiría toda mi vida para conseguir un sueño
(?) en los momentos más trágicos me río o enciendo un cigarrillo y me echo al suelo y te miro como si nada malo tuviera que suceder. Ciertas posturas nos hacen creer en la felicidad. A veces estar ...
[... ] la casualidad existe y a veces conviene.
La soga parecía tranquila cuando dormía sobre la mesa o en el suelo. Nadie la hubiera creído capaz de ahorcar a nadie.
Ser tu puerta, tu luz cuando te alejas, alguien que no trató de ser amada
Podré olvidar muchas experiencias de la vida, pero no las de la infancia. Siempre recuerdo aquel verso que dice: ¡Oh, infancia! ¡Oh, mi amiga! Y lo que importa en él es lo que no se dice. Nuestra ...