Haz que los adversarios vean como extraordinario lo que es ordinario para ti; haz que vean como ordinario lo que es extraordinario para ti.
Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas.
Practica las artes marciales, calcula la fuerza de tus adversarios, haz que pierdan su ánimo y dirección, de manera que aunque el ejército enemigo esté intacto sea inservible: esto es ganar sin vi...
Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza.
Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a l...
Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después.
Cuando las órdenes son razonables, justas, sencillas, claras y consecuentes, existe una satisfacción recíproca entre el líder y el grupo.
Cualquiera que tenga forma puede ser definido, y cualquiera que pueda ser definido puede ser vencido.
Triunfan aquellos que saben cuándo luchar y cuándo no.
El supremo arte de la guerra es doblegar al enemigo sin luchar.
Cada asunto requiere un conocimiento previo.
Es imprescindible luchar contra todas las facciones enemigas para obtener una victoria completa, de manera que su ejército no quede acuartelado y el beneficio sea total.
Luchar con otros cara a cara para conseguir ventajas es lo más arduo del mundo.
Como regla general, es mejor conservar a un enemigo intacto que destruirlo.
Sé extremadamente sutil, hasta el punto de lo informal. Sé extremadamente misterioso, incluso hasta el punto de no hacer ruido. De esta manera podrás ser el arquitecto del destino de tu oponente.
El que es prudente y está a la espera de un enemigo que no lo es, será victorioso.
La psicología de los soldados consiste en resistir cuando se ven rodeados, luchar cuando no se puede evitar, y obedecer en casos extremos.
Los que ganan todas las batallas no son realmente profesionales; los que consiguen que se rindan impotentes los ejércitos ajenos sin luchar son los mejores maestros del Arte de la Guerra.
Ganar cien victorias en cien batallas no es el colmo de la habilidad. Dominar al enemigo sin luchar es la cima de la habilidad.
¿Te imaginas lo que haría si pudiera hacer todo lo que pueda?