Cada quien tiene el derecho de decir, y también el de no escuchar...
Dependeré por siempre de tu alegría que dependera siempre solo de la mía.
Pues lo que se dice a veces daña, más lo que se escribe puede herir hasta morir.
La paciencia condena a quien se enamora sin querer hacerlo...
¡Quedarte puedes, porque la vida duele, duele demasiado aquì sin ti!
Observaba la vida como la observa un ciego.
Ti voglio bene... tal vez ayer pero desde mañana no lo sé...
Ya sé cuanto duele que una sonrisa haga falta.
Dios me ha sugerido que te he perdonado... y lo que dice Él, yo lo hago.