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En la guerra, como en el amor, para llegar al objetivo es preciso aproximarse.
Hay cuatro cosas que ponen al hombre en acción:interés, amor, miedo y fe.
Nunca se sufre tanto por amor como cuando volvemos a ver el objeto amado, o mejor cuando este está ausente.
Actúo en política como en la guerra: distraigo a un flanco para batir al otro.
Solo hay dos palancas que muevan a los hombres: el miedo y el interés.
Solo se puede gobernar un pueblo ofreciéndole un porvenir. Un jefe es un vendedor de esperanzas.
Cada hora de tiempo perdido en la juventud es una posibilidad más de desgracia en la adultez.
Nunca encarcelaremos a la opinión, y reprimiéndola solo la exacerbamos.
El cementerio está lleno de personas imprescindibles.
Sin justicia, solo hay divisiones, víctimas y opresores.
Si Jesús no hubiera sido crucificado, no sería Dios.
En un mundo imperfecto, vivir es cambiar.
Nada más imperioso que la debilidad cuando se siente apoyada por la fuerza.
A los franceses no les gusta alejarse mucho y permanecer mucho tiempo separados de ella.
A partir de ahora, la verdadera fuerza de la República francesa ha de consistir en no admitir que exista una sola idea nueva que no le pertenezca.
En el culto todo debe ser gratuito para el pueblo, no se debe privar a los pobres de aquello que los consuela en su pobreza solo por ser pobres.
Los ingleses de primer rango tenían orgullo, por desgracia los nuestros solo tenían vanidad; ahí reside la gran diferencia que caracteriza a los dos pueblos.
El paraíso es un lugar central al que las almas de todos los hombres llegan por caminos diferentes; cada secta tiene su ruta particular.
Ningún pueblo ha tenido tantos reyes asesinados como Francia; ciertamente, no es un país fácil de gobernar.
En la victoria lo merecemos, en la derrota lo necesitamos.
Las bases indispensables de la sociedad son el ocio y el lujo.
El ejemplo de Estados Unidos es absurdo; si los Estados Unidos estuvieran en el centro de Europa, no resistirían más de dos años a la presión de las monarquías.
Obligar a los ricos a pagar impuestos es una necesidad de guerra, pero obligar también a los pobres es una infamia.
Un hombre sin valor ni bravura es una cosa.
Las personas que debemos temer no son las que no están de acuerdo con nosotros. Debemos temer las que no están de acuerdo y son demasiado cobardes para darlo a entender.
Una retirada a tiempo es una victoria.
La religión es el reposo del alma, la esperanza. Es el bote salvavidas de los infelices.
Los hombres que han cambiado el mundo no lo han conseguido remplazando a los gobernantes, sino siempre agitando a las masas.
Tranquilizar el espíritu es la mejor manera de curar el cuerpo.
Los hombre generalmente no pasan de criaturas adolescentes.
El ajedrez es un juego sin par; regio e imperial.
No se debe juzgar a los hombres por su fisonomía, sobre todo, sin ponerlos a prueba.
No tengo más que al pueblo y a los militares hasta el grado de capitán; el resto me temen, pero no puedo contar con ellos.
La grandeza de Mahoma está en haber conquistado la mitad del globo en diez años, mientras que el cristianismo necesitó trescientos para establecerse.
No es fácil emprender largas expediciones con franceses. ¡Francia es demasiado bella!.
El ateísmo ha sido un principio destructor de toda organización social que niega al hombre la posibilidad del consuelo y toda esperanza.
El hombre superior es impasible por naturaleza: le da igual que le elogien o censuren.
El mayor orador del mundo es el triunfo.
Si no existiera el papa habría que crearlo para esta ocasión, como los cónsules romanos creaban un dictador ante situaciones dificiles.
De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso.